Me he bebido tantos hombres,
que ya no distingo una añada de otra.
No queda un centímetro de mi piel
donde no hayan intentado tatuarme virilidad y hombría.
Y tanto he ido de sexo en sexo,
que me provoca agujetas abrirme de piernas.
No hay respiración a la que no haya encontrado la cadencia y el compás.
He conocido los alientos afrodisíacos y los fétidos
y aprendido distintos rituales de desnudo del alma.
Y tan cansada estoy,
que me asquea el bostezo de las sábanas desordenadas que hieden a vicio.
Mis carnes han padecido numerosos ictus,
desde la muerte dulce,
hasta el desinterés y empalago.
No hay palabra eyaculada que no haya escuchado antes.
Y como ya no me queda ni sed, ni parte pudenda a descubrir,
me he convertido en disidente de la falocracia,
ebria de la reciedumbre,
saturada de tal cantidad de lucha y baile.
Merlot
qué bueno, chiquilla!
ResponderEliminargran intensidad y una cadencia que acompaña cada verso.
ResponderEliminarbuen trabajo!
saludos y gracias por tu comentario.
Efectivamente, hay drogas que hacen menos daño, y causan menos adicción...
ResponderEliminarNo hay decretos-ley que prohiban estos empachos de sexo y/o amor?
Salud!
vaya trallazo chica!
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